VOLVER AL COLE Y LA ALEGRÍA DE EQUIVOCARME
Han sido tantos años rodeada exclusivamente de la competitividad y el individualismo generalizados que envuelve al mercado de trabajo y a nosotros, los adultos,, que se me había olvidado lo gratificante de la solidaridad.
He tenido que volver al cole, a mi facultad, al olor de los apuntes, para darme cuenta de que hay cosas en esta vida que, afortunadamente, no cambian.
Tenía mucho miedo de sentirme aislada en un mundo de jóvenes, pero en estas últimas semanas ha sido todo un gustazo comprobar que la alegría, las ganas de cambiar el mundo y el apoyo al compañero/a, siguen presentes en todos esos jóvenes con los que ahora comparto mis tardes. Me animan, me enseñan y ponen en mi vida la salsa que le faltaba.
Aunque aún estoy aprendiendo el nuevo lenguaje (“porque el que se pica no come ajos, sino que es drogadicto”), la comunicación intergeneracional me está demostrando que siempre merecerá la pena rodearse de jóvenes, que no te dejan perder la fe en el futuro.
Pero si de algo me alegro profundamente, es de haberme equivocado radicalmente en mi percepción del mundo que me rodea. Hasta hace tan sólo 3 días hubiera jurado que la gente se mueve exclusivamente en función de sus propios intereses y los de los suyos, que el miedo a ser señalado está por encima de cualquier opinión personal y sentido de la justicia. Cómo me alegro de mi error, cómo me alegro de haber podido comprobar el día 14, además de en mis clases de las tardes, que también en el lugar donde vivo hay mucha, pero mucha gente dispuesta a decir alto y claro que lo injusto es injusto por encima de todos los miedos.
Estoy encantada de haberme equivocado, de tener que rectificar y pedir perdón a quienes ya se habían dado cuenta antes que yo, de que sigue siendo posible la solidaridad.
Mayte Carbajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario